El emprendimiento en México será responsable de positivos cambios estructurales, económicos y sociales, y las señales de crecimiento y fortalecimiento de los diferentes actores del ecosistema emprendedor de nuestro país así lo demuestran.
En todos los grupos sociales de México actualmente existen claras tendencias de una renovada cultura empresarial: escuelas públicas y privadas empiezan a incluir estos temas dentro de sus programas académicos, promoviendo mediante convocatorias y concursos el desarrollo a muy temprana edad de habilidades empresariales en sus estudiantes.
Los jóvenes que están cursando últimos semestres de sus carreras ya consideran la opción de convertirse en emprendedores; más familias echan a andar sus proyectos de negocio para fortalecer la economía de sus hogares, y los gobiernos e instituciones públicas en todos los sectores empiezan a considerar a los emprendedores como una buena fuente de innovación.
Sin duda todos estos son indicios inequívocos de la acelerada transformación de una sociedad que empieza a pensarse en serio como un motor real de transformación, asumiendo sin temor la responsabilidad de hacer entre todos un México exitoso. Los cambios no llegarán solos, somos todos nosotros quienes tenemos la obligación y el privilegio de construir el futuro.
Todas las iniciativas de emprendimiento, en sus diversos niveles y capacidad de crecimiento, son una poderosa fuente de riqueza económica, desde los pequeños comerciantes de productos y servicios, los despachos de profesionales independientes y las pequeñas empresas, hasta los emprendedores de alto impacto.
Todos ellos generan empleos y mueven la economía, convirtiéndose en un sector cada vez más importante, que empieza a cobrar relevancia en los consejos y organizaciones empresariales, que en otros tiempos estaban destinados sólo a las grandes compañías.
- Un aumento de las inversiones sociales en educación, salud, nutrición e infraestructura.
Para este profundo cambio social, un factor adicional es clave: el ritmo al que lo hagamos. Como en muchos otros aspectos, el tiempo con el que se implementen estas acciones es radicalmente relevante; hacerlo de forma tardía sólo incrementará las diferencias. Necesitamos de proyectos con capacidades exponenciales, que en el corto plazo sean capaces de accionar cambios profundos: es aquí donde los emprendedores de alto impacto pueden ser un gran detonador de progreso.
Juana Ramírez es emprendedora de Alto Impacto de la aceleradora Endeavor desde el 2015. Su empresa, SOHIN, se especializa en la atención de pacientes con enfermedades crónico-degenerativas catastróficas.
Fuente: https://www.altonivel.com.mx/la-mision-emprender-en-mexico/
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